¿Cuántas veces lo habremos escuchado en este año? El típico “nueva normalidad”. Esa frase que parece indicar que las cosas no volverán a ser como antes. Este año ha sido para todos un año lleno de desafíos, sin duda alguna. Sin embargo, no debemos olvidar que de los desafíos pueden salir dos cosas: derrotas o aprendizajes. Si estamos aquí, ya al final, en la última milla de la carrera, en el último mes del año, es porque hemos sobrevivido, porque no nos hemos dejado derrotar. Entonces, ¿qué hemos aprendido?
Hemos aprendido que las cosas no pueden ser como antes. Por años nos hemos preocupado por el cambio climático, con cientos de reportes y noticias alarmando que el daño es tan extenso, que probablemente no habría manera de revertirlo. Pues, durante la pandemia, gracias al distanciamiento social impuesto a nivel prácticamente mundial, las emisiones diarias de CO2 cayeron 17% en comparación con el año pasado. Esto significa que el cambio si es posible. Pero no si ignoramos la lección.
La nueva normalidad tiene que definirse como un periodo de concienciación y de acción. Un periodo donde, como humanos, hemos entendido la fragilidad de nuestra raza y hemos recordado darle valor a las cosas que de verdad importan: empezando sin duda, por nuestra gente, pero siguiendo por nuestro planeta. La nueva normalidad tiene que entender que el planeta no es solo nuestro, y que la naturaleza es más resiliente que cualquier especie. Si no cuidamos de ella y no trabajamos en armonía con ella, no quedará lugar para nosotros en el ecosistema de las próximas décadas.
Este movimiento tiene que suceder en todos los niveles: en las instituciones y gobiernos, en el sector público y a nivel individual. Se deben tomar medidas concretas, se deben hacer los sacrificios necesarios y se deben ejecutar con convicción, firmeza y un carácter irreversible. Ya se nos agotó el tiempo de satisfacernos con discursos y promesas a futuro lejano. Ya tenemos pruebas de que es posible, ahora manos a la obra. Todos tenemos el deber de poner de nuestra parte para poder seguir disfrutando del mundo como lo conocemos.
No podemos permitir que la tragedia de la pandemia sea en vano. La pandemia no acabará con nosotros, pero el cambio climático tiene el potencial de hacerlo, si no aprendemos nuestra lección. El “nueva normalidad” empieza hoy y es un llamado a activar nuestro compromiso y respeto por nuestro mundo.