Durante un siglo, la geopolítica energética ha sido sinónimo del petróleo y gas. Sin embargo, las geopolíticas y la economía energética mundial están cambiando. Desde la Segunda Guerra Mundial, el orden internacional dominante ha enfrentado continuos desafíos, pero, aun así, la geopolítica de las energías renovables ha recibido relativamente poca atención.
En la actualidad, las economías, sociedades y civilizaciones sustentadas por combustibles fósiles ha permitido un momento atípico y peligroso para nuestra sociedad y ecosistema. La aceleración de las tendencias del calentamiento mundial, evidenciada por las tormentas y el deshielo, las sequías y el hambre, los disturbios y las migraciones, impulsan cada vez más a un mayor sentido de urgencia respecto a la necesidad de rápidamente concluir la época de los combustibles fósiles.
Actualmente, un consenso cada vez más grande considera que la transición a energía renovables, entendida comúnmente como la sustitución de combustibles fósiles, es una estrategia clave para hacer frente a la crisis climática exitosamente y crear un mejor futuro. Sin embargo, a medida que se acelera la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, ¿qué implicaciones tendrá para el equilibrio de poder mundial?
Indiscutiblemente, considero que el despliegue de las energías renovables ha transformado el sistema internacional actual y por ende la dinámica entre los países entorno a la distribución del poder, la coexistencia de los sistemas energéticos, la seguridad de los países, al igual que el desarrollo económico, social y tecnológico.
Más allá, las energías renovables podrían convertirse en un pilar fundamental para construir paz entre las naciones y posicionar la energía como un factor clave para su desarrollo. Si reflexionamos, observamos que el cambio climático no tiene límites o fronteras, por ende, es un desafío al cual tenemos que hacer frente colectivamente.
Juntos como sociedad, podremos buscar mejores soluciones a la dependencia con los hidrocarburos y alcanzar reducir los estragos ambientales causados por ellos. Conjuntamente, podremos crear un futuro sostenible con mejor calidad de vida.
De alguna u otra forma, veremos como factores económicos, de acceso a hidrocarburos, y geográficos serán cada vez menos relevantes y así dar paso a una nueva era energética marcada por energías verdes renovables presentes en cada país. Este es el momento de dar prioridad a la transición energética y tomar decisiones políticas concretas y con visión a largo plazo, capaces de sobrepasar cambios de gobiernos y garantizar la seguridad e independencia energética.