Como consecuencia de la pandemia, durante el año 2020 los precios del petróleo se desplomaron propiciando la mayor crisis petrolera de la que se tenga registro. La limitada movilidad de las personas, aerolíneas orilladas a dejar de operar, como lo hicieron en menor medida el transporte público y comercial; además de las fábricas que tuvieron que cerrar y el paro de las líneas productivas, fueron factores que contribuyeron a un escenario catastrófico para el sector.
Ante un escenario sin precedentes, el reto para la recuperación de los precios del crudo ha sido mayúsculo. No hay que olvidar que los miembros de la OPEP+, en su momento acordaron reducir la producción mundial en aproximadamente 9,7 millones de barriles diarios, lo que representaba el mayor recorte de la producción de petróleo en la historia; razón por la cual, gigantes del petróleo y gas alrededor del mundo se vieron obligados a planificar importantes recortes de gastos operativos y de capital. Además, derivado de la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, México se sumó a la tensión en la cumbre de la OPEP+ y luego de días de negociación y al apoyo del gobierno de Estados Unidos, el gobierno mexicano, acordó recortar sólo 100 mil barriles diarios, versus los 400 mil que solicitaba el organismo.
A medida de que países como Estados Unidos avanzan en sus programas de vacunación, se perciben ciertas señales de que el mercado del petróleo se está recuperando. Se prevé que de mayo a julio, la OPEP+ y sus aliados, agregarán más de 2 millones de barriles por día a los suministros mundiales de petróleo; lo que ayudará a restaurar una cuarta parte del crudo que aún retienen después de los profundos recortes obligados derivados de la pandemia.
De acuerdo a economistas del Banco Mundial, los precios del petróleo promediarán 56 dólares por barril en este año, lo que representa un tercio más de lo que registraron en 2020; y estiman que este precio se puede fortalecer aún más para 2022 y cotizar 60 dólares por barril, en la medida de que la demanda incremente gradualmente, como consecuencia de la recuperación. A pesar de que se registra una recuperación sin precedente, es insuficiente para alcanzar los niveles previos a la pandemia, cuando en enero de 2020 el barril se cotizaba en 64 dólares.
Aparentemente se puede ver la luz al final del túnel para la industria petrolera después de un año tan atípico como complicado. Sin embargo, uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el sector energético, es la solidez para mantener precios estables a largo plazo. En México, el impacto de la economía derivado del contexto sanitario y energético ha levantado ámpula; por ello la recuperación económica debe ir acompañada de un trabajo conjunto entre gobierno e iniciativa privada. Sólo de esta manera, Mexico estará preparado para poder afrontar los retos post pandemia y los nuevos que vengan en el corto plazo.
Las economías post Covid necesitan petróleo, y gracias a su firmeza ante la OPEP+, México tiene de sobra para exportar. Las expectativas son positivas, sin embargo, se debe tomar en cuenta que actualmente el país cuenta con un alto volumen de pozos perforados, y a medida que el país expande su producción, el número de pozos maduros que han alcanzado su pico de producción incrementa. Es por ello que será de gran importancia que el país acuda a la tecnología para aprovechar al máximo los yacimientos y continuar produciendo al ritmo necesario para mantener su producción y cumplir con la creciente demanda a nivel mundial. Para ello, será fundamental que el país apueste por la innovación en el sector.
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