El poder que tienen la investigación y la práctica cuando trabajan juntas no tiene límites. La colaboración entre el mundo empresarial y las universidades suponen una gran oportunidad para la innovación y la transformación de las industrias. Son muchos los casos de éxito que nos impulsan a promover este trabajo colaborativo.

  • Nestlé junto al Imperial College of London logró descubrir nuevas maneras de mejorar la nutrición.
  • Audi mejoró su línea de producción tras aliarse con la Universidad Técnica de Munich y analizar la cadena de producción.
  • Incluso en nuestra industria encontramos ejemplos inspiradores. En Inglaterra, Shell hace la competencia “Eco-Marathon” en la que equipos de estudiantes tienen la oportunidad de probar vehículos ultra eficientes en energía, y a cambio, la compañía recibe información clave de mentes innovadoras que están en pleno desarrollo y que algún día, serán consumidores

En los proyectos de colaboración entre el mundo de la empresa y las universidades, la generación de conocimiento y el crecimiento siempre es mutuo. Mientras las universidades necesitan generar experiencias reales a los estudiantes, las empresas necesitan mentes que piensen fuera de la cultura organizacional para solucionar los retos que enfrentan.

Sin embargo, soy consciente de que este tipo de colaboraciones también presentan sus desafíos y sus riesgos, como pueden ser la protección de ideas o patentes, decisiones estratégicas que da miedo compartir, etc. O incluso los holgados plazos que requieren este tipo de colaboraciones. A pesar de ello, en base a mi experiencia puedo decir que invertir tiempo y recursos en estas colaboraciones merece la pena. Pero, ¿Cómo alcanzamos un equilibrio rentable para ambas partes? la respuesta es la colaboración estable y a largo plazo.

La colaboración entre el mundo empresarial y el de la universidad no debería ser puntual o esporádico. Si los líderes de negocio sabemos ver el valor que aportan estas colaboraciones, podemos tener un retorno incalculable para nuestro negocio, con miles de mentes brillantes pensando y trabajando sobre nuestra área, nuestros instrumentos, nuestro sector y el futuro de nuestras industrias.

En este sentido, la revista MIT Sloan review propone cuatro formas de avanzar en este tipo de colaboraciones:

  • Un laboratorio de ideas: acuerdos simples de colaboración para la investigación y la construcción de relaciones.
  • Un reto de participación: una competencia que ponga de manifiesto retos sociales, promueva programas de contratación y moldeen la conversación sobre alguna innovación específica.
  • Oficinas extensivas: procesos de consultoría que resuelvan problemas inmediatos y permita a estudiantes tener experiencia práctica.
  • Investigación a profundidad: unidades de desarrollo de conocimiento continuo que establece un camino a estudiantes para ser contratados, ofrecer trabajo confiable a las empresas y refuerza la relación entre la universidad y la empresa.

Está claro que las fórmulas son muchísimas, lo único necesario es tener claridad sobre la rentabilidad de estas colaboraciones, que permiten generar sinergias, desarrollar el pensamiento práctico de los estudiantes y transformar las organizaciones en entes más holísticos y competitivos.