Como es de nuestro conocimiento, el cambio climático es uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo. A nivel mundial existe una presión significativa sobre organizaciones, empresas y países, para asegurar un progreso sustancial en la lucha contra el calentamiento global. Estamos en un punto crítico para evitar una crisis climática irreversible, por lo que es esencial, que aseguraremos de manera oportuna acciones concretas y compromisos claros para reducir las emisiones antes de que sea demasiado tarde.
El tiempo es ahora, no podemos esperar más. Como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en el Foro Bloomberg de Nueva Economía “2021 debe ser el año de un gran salto hacia la neutralidad del carbono. Cada país, ciudad, institución financiera y empresa debe adoptar planes para la transición a las emisiones netas cero para el 2050.”
Si bien es cierto que se requiere de acción oportuna, decisiva, y colectiva para lograr alcanzar la ambición de emisiones neutras, nuestras metas y objetivos climáticos necesitan ir acompañados de estrategias y medidas con una visión a futuro. En este sentido, adoptar vías sostenibles para alcanzar economías de emisiones neutras, dependerá mucho de nuestra habilidad de tomar decisiones que además de mitigar el impacto ambiental que vemos hoy, prevengan futuros riesgos climáticos.
El ejemplo más claro es el de la Unión Europea, quien en muchos aspectos, está liderando la lucha contra el cambio climático, poniendo en marcha acciones concretas para cumplir con los compromisos del Acuerdo de París y adelantándose a los desafíos del futuro.
No hace mucho tiempo, la Comisión Europea debatió una propuesta hecha por Bruselas sobre la posibilidad de implementar un nuevo reglamento de requisitos para la fabricación, uso y desecho de las baterías en los países de la Unión Europea. Esta propuesta, sobre la cual no se ha llegado a un acuerdo aún, busca adelantarse al probable incremento de la demanda y uso de baterías comerciales en los próximos años, con el objetivo de minimizar el impacto ambiental que esto puede causar a futuro.
Según datos del Foro Económico Mundial, se prevé que para 2025 el mercado de las baterías tenga un valor de 100.000 millones de dólares y para 2040, las baterías que almacenan energía solar para empresas y hogares representarán el 57% de la capacidad de almacenamiento de la energía mundial.
La propuesta de Bruselas de regular más estrictamente la comercialización de baterías, está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que la fabricación y uso de baterías puede tener un impacto ambiental mayor del que se pensaba. Al incrementarse la demanda de baterías, se incrementarán también las grandes cantidades de emisiones de carbono que resultan en el proceso de producción y a lo largo de su ciclo de vida.
A pesar de que en el 2006 se acordaron ciertas regulaciones sobre las baterías en el mercado europeo, Bruselas considera que debido a los avances tecnológicos y económicos que hemos tenido en los últimos años, se ha vuelto imperativo adaptar y establecer requisitos más estrictos para que las baterías industriales, portátiles y de vehículos, sean más sostenibles y reciclables a medida que su uso y producción incrementan.
De esta manera, Bruselas se está adelantando a los riesgos climáticos del futuro, y, mitigando el impacto que traerá el incremento del uso de baterías en los países de la Unión Europea. Igual que Bruselas, necesitamos adoptar la misma visión a futuro; un factor esencial para lograr que seamos exitosos en la lucha contra el cambio climático.